Nativo de las selvas amazónicas de Bolivia, Brasil, Perú y Colombia, relatan cientos de encuentros con el mapinguari , nombre nativo que significa “defensor de los bosques” , que es, supuestamente, una criatura similar a un gran oso de color rojo que desprende un fétido olor, con facciones similares a las del ser humano y cubierto de un tupido pelaje que de acuerdo a los relatos resulta impenetrable a las armas.
Algunas descripciones le atribuyen una segunda boca a la altura del abdomen, y desde hace años ha protagonizado encuentros con el ser humano en lo más profundo de la Amazonia… algunos de ellos poco pacíficos. Cazadores brasileños han reportado contactos con el ser humano, e incluso National Geographic documentó un ataque de la bestia en dicho país. Todo críptido tiene un investigador detrás obsesionado con su descubrimiento, y en el caso del mapinguari ése es sin duda David Oren. Ornitólogo de profesión, Oren entrevistó a numerosos testigos en el Amazonas mientras investigaba sus aves en 1977, quedando cautivado por la historia del misterioso animal.
Tras descartar la explicación ofrecida por el folklore local- un chamán hechizado por una maldición- y tras numerosas investigaciones en las que él mismo escuchó el aullido de la bestia, Oren llegó a una conclusión científica: el mapinguari no sería sino un superviviente de los megaterios, perezosos gigantes considerados extintos desde hace 10.000 años cuya descripción encajaría con el este ser.
De acuerdo a su hipótesis, la imposible segunda boca de su estómago sería una glándula especial que emana la peste sufrida por los testigos como mecanismo de defensa.
Con expertos a favor y en contra, la teoría de Oren es considerada a día de hoy la más factible entre los que creen en la existencia del mapinguari, un ser fascinante que ejemplifica como ninguno la magia y el misterio que encierran las frondosas profundidades del pulmón del planeta.
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