El mamut, uno de los animales más emblemáticos de la Edad de Hielo, vivió en La Candamia (León/España). Un ejemplar de este titán, el ‘tatarabuelo’ de los actuales elefantes, fue hallado por el médico y amante de la arqueología Elías Gago Rabanal en una de sus expediciones. En realidad, se trataba de los restos de un mamut hembra con su cría que hoy forma parte de la colección del Museo de Historia Natural de Madrid. León, una auténtica ‘potencia mundial’ en fósiles, también ha sacado a la luz algún ejemplar de Proboscídeo, otro antecesor de los elefantes que vivió en las llanuras leonesas hace millones de años. Existe un turismo científico que lleva décadas rastreando la provincia en busca de los ‘habitantes’ del Paleozoico. Un expolio que ha sido consentido.
Muchas criaturas primitivas seguirían en el olvido si José Vicente Casado, un apasionado de la paleontología y de otras ramas de la ciencia, no llevara décadas sacando a la luz estos animales, algunos desconocidos, como el Temnospóndilo. José Vicente Casado encontró una gran placa con ochenta pisadas de este singular animal. No existe ninguna otra pieza de estas características en el mundo. El Temnospóndilo se paseaba hace 300 millones de años por Babia y Laciana. En una mina ubicada entre ambas comarcas apareció este anfibio, del tamaño de un gato y con larga cola. Hace once años Casado también localizó a un antepasado de los escorpiones en la cuenca minera de Villablino. Un fósil de 300 millones de años que corresponde a una variedad nueva del género Paraisobuthus, de la que hasta ahora se conocían sólo cuatro especies. A Casado le harían falta dos vidas para estudiar todos los fósiles que ha descubierto en León. Algunos son únicos en el mundo, los predecesores de arañas, miriápodos, equinodermos, braquiópodos e insectos.
Como curiosidad, una de las rocas más usadas en la construcción en León es la caliza roja de Alba o Griotte, que está plagada de seres del período Devónico. Decenas de goniatites —un género extinto de cefalópodos— anidan ahora en San Isidoro (tanto el la colegiata como en la plaza), en las fuentes más antiguas de la ciudad (las de San Isidoro, San Marcelo y la plaza del Grano) o en el suelo del atrio de la Catedral de León.
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