Gauchos y aborígenes de La Unión (Argentina) , un municipio rodeado por el espeso y peculiar monte del Chaco salteño, 450 kilómetros al nordeste de la capital provincial, en el departamento de Rivadavia, están anonadados y piden ayuda a las autoridades: desde hace tres meses los puesteros de la zona no tienen paz, ya que un extraño ser -peludo-, de aspecto humanoide, que se desplaza en dos patas y mide 1,70 metros aproximadamente- ronda sus puestos. “Es el Ucumar”, aseguran, al hacer mención al mítico mamífero desconocido, siempre visto pero jamás capturado que, como el Yeti del Himalaya, suele ser visto por las zonas selváticas salteñas. En la banda sur del río Bermejo, hay decenas de testigos que cuentan sus encuentros con el extraño ser. Un gaucho lo siguió y hasta tomó fotografías de sus huellas, pero no pudo hallarlo. Pascuala Alzogaray, quien fuera hasta hace dos años concejala por el municipio de La Unión, fue quien, el viernes 03 de agosto 2012, puso en alerta a la Policía de la presencia del animal. Cabalgó 25 kilómetros desde el paraje El Carmencito, cerca de la finca El Divisadero, para pedirles a los policías del destacamento que hicieran algo. Al día siguiente, los efectivos rastrillaron la zona, pero solo recogieron testimonios. “Mucha gente ha visto al bicho”, dijo un cabo. “Mis hermanos, mis padres y todos los que habitan estos recónditos lugares me pidieron que hiciera público su temor ante la recurrente aparición, en horas de la noche, de una criatura desconocida, cubierta de cerdas negras, como las de un chancho del monte, aunque este se desplaza en dos patas y tiene la forma de un humano con brazos largos, boca ancha, dientes prominentes y un olor fétido que apichona hasta a los perros”, dijo Pascuala ayer a el periódico El Tribuno. “Parece que no es agresivo pese a su aspecto terrible, pero la gente está con miedo. Tengo en mi celular decenas de mensajes de aborígenes y criollos, dándome cuenta de los avistamientos”, señaló. En El Carmencito, los periodistas entrevistaron a María y Marta Acosta, dos hermanas de la etnia wichi, y al gaucho Rolando Díaz, quienes aseguran haberlo visto. “El otro día sentimos un ruido frente al rancho -contaron las mujeres-. Salimos a ver y divisamos una figura rara. Era de noche. Pensamos que era el patrón, pero al acercarnos, casi nos morimos: era un ser raro, cubierto de pelo, muy hediondo, con olor a suela quemada. Nos miraba y tenía los ojos tristes”, coincidieron. “Luego, huyó y los perros no lo siguieron”, apuntaron. Rolando, el gaucho, que usa sombrero, guardamontes y facón, iba hacia el rancho de María y Marta en bicicleta, cuando lo vio aparecer. “Esto no es broma, amigo. Conozco todos los animales que hay acá, pero esta criatura no es del lugar. Te aterroriza su mirada y su posición erguida hace presumir que bajo sus cerdas se esconde un ser fornido. Lo vi, lo intenté seguir, pero los perros lloraban, más asustados que yo. Dos días después, otro puestero se enfrentó con él frente a su rancho. Dijo que lo había mirado y él hizo lo propio, tras lo cual emitió un sonido extraño y escapó. El fue quien le pidió a Pascuala que hiciera algo”, relató Rolando Díaz.
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